jueves, 3 de mayo de 2007

Hipocresía ante el dinero

El proyecto de reforma a la LOCE pretende eliminar el lucro de la actividad educacional. Tal vez aquí esté el grave problema de la Concertación y, con ella, de la mayoría de los chilenos: una cierta hipocresía ante el dinero. El obrero, el médico, el ingeniero, el futbolista, el abogado, el empresario, etcétera trabajan con fines de lucro. Tanto el empresario como el trabajador trabajan e invierten con fines de lucro. El dinero, por otro lado, es algo bueno en sí mismo: un medio de pago, una unidad de valor, un mecanismo de intercambio de bienes y servicios muy útil. Ver la maldad en las cosas es como creer malo un cuchillo porque sirvió a un criminal. En otras palabras, es bueno trabajar por dinero y cada vez que el hombre ha querido intervenir en esto, las cosas han sido para peor, pues, en palabras de Pascal, el hombre es medio bestia y medio ángel, pero cuando quiere ser sólo ángel, se convierte en la peor de las bestias.

Nada hay de malo de lucrar con la educación: que los profesores, que los sostenedores, que inversionistas, etcétera, obtengan utilidades de su gestión es bueno y provechoso. Restar a la educación de este asunto es tan ilegítimo como pedirles a los funcionarios públicos que trabajen sin fines de lucro.

Pero más al fondo de todo está este pudor por ganar dinero. Lo vergonzoso de este país es que mucha gente no gana dinero suficiente. No es cierto que no lo gana porque el empresario lo explota. El empresario preferiría si es posible tener sólo máquinas que funcionen día y noche sin parar y mucha gente rica que le comprare sus bienes o servicios. Por eso que en los países ricos hay más empresarios que en los pobres. Todos queremos llegar a vender a EE.UU., Japón o Europa... muy pocos se interesan por vender en Níger o Ghana. La función del empresario no es generar empleo, es generar riqueza, ojalá con los menos trabajadores posibles.

En Chile, los trabajadores son mal pagados porque su productividad es baja y todos sabemos que la productividad depende en gran medida de la educación y del desarrollo intelectual y emocional de las personas, área en donde la Concertación ha acusado su peor falencia.

JUAN ESTEBAN PUGA VIAL

No hay comentarios.: