miércoles, 2 de mayo de 2007

Hermogenes 02 Mayo 2007

Miércoles 2 de mayo de 2007 Agradecido de la Presidenta Hermógenes Pérez de Arce



En esos mil días fatídicos, iguales cosas sucedían en todo el país. Como dijo la Presidenta, "actos de barbarie masiva y organizados desde el Estado".

Hermógenes Pérez de Arce

La semana pasada, la Presidenta asistió a la conmemoración judía del Holocausto, ocasión en que estimó oportuno decir: "Chile, en su proporción, sufrió también... actos de barbarie masiva y organizados desde el Estado". Sus palabras me hicieron recordar los mil días aciagos en que ello sucedió. Fue, en efecto, un período en el que la barbarie se enseñoreó de nuestro país.Recordé a Antonieta Maachel, agricultora dedicada, que se hallaba sola el 31 de noviembre de 1970 en la casa de su fundo La Tregua, en Valdivia, cuando una horda del régimen la invadió. Después de vejar a la propietaria y abusar de ella, saqueó alacena y bodega, y se entregó a un festín desenfrenado. La mujer, indefensa, violentada y despojada, previendo abusos aún peores, puso fin a sus días en el segundo piso de la casa.También recuerdo al agricultor de Río Bueno Raúl Vásquez Becker, quien el 31 de marzo de 1972 fue quemado vivo en el interior de su casa, por otra horda gobiernista deseosa de apropiarse de su reserva de 120 hectáreas. En el reciente libro "Las mejores cartas a 'El Mercurio'", p. 291, aparece una de su hijo, revelando cómo, tras el bárbaro asesinato, el gobernador de Río Bueno y el director de la Cora de Valdivia le dijeron: "Señor Vásquez, sabemos que le corresponden 120 hectáreas. Le recomendamos renunciar a sus derechos, pues si no lo hace, le tomaremos el campo todos los días". Entonces su abogado le aconsejó: "Mejor entrega, Raúl, o te matarán a ti también".Y cómo olvidar al agricultor Raúl Quezada, padre de ocho hijos, muerto a palos por negarse a entregar al régimen su reserva en Rinconada de Teno (enero de 1972).En esos mil días fatídicos, iguales cosas sucedían en todo el país. Como dijo la Presidenta, "actos de barbarie masiva y organizados desde el Estado". Y no sólo en los campos. En el frigorífico "San Fernando", de Melipilla, ocupado a la fuerza por las hordas gobiernistas, su dueño, Enrique Núñez, quiso ingresar con un técnico para evitar el peligro de explosión por falta de mantenimiento. Lo mataron a balazos por la espalda (mayo de 1972).La misma barbarie generalizada, que perpetraba esos y otros crímenes, como el del ex ministro Pérez Zujovic, asesinado (8 de junio de 1971) por terroristas recién indultados por Allende, también torturaba a opositores pacíficos. En este diario, el 23 de enero de 1972 el presidente de la Juventud Nacional relataba "Mis torturas en manos de la policía". Otros profesionales amigos míos también las sufrieron. En particular, recuerdo al locutor de Canal 13 Carlos de la Sota, apresado por intentar anular la interferencia estatal a la señal del canal en Concepción. Pues la barbarie buscaba suprimir la libertad de expresión. Y el primero de los nombrados, tras sufrir las descargas eléctricas, fue interrogado por el subdirector de Investigaciones, Carlos Toro (PC). Era, pues, la tortura institucionalizada.Es verdad que en naciones asoladas por el terrorismo suele recurrirse a los apremios ilegítimos. Sucedió acá bajo el gobierno militar. Israel, hasta hace poco, aprobaba anualmente leyes autorizándolos. Pero durante la barbarie UP, en Chile no había terroristas contrarios al Gobierno. Eran todos partidarios o funcionarios suyos.Entonces, doy gracias a la Presidenta por haber dado pie para recordar a las víctimas de la barbarie, y aprovecho de rendir tributo a las Fuerzas Armadas y Carabineros, los de entonces, por supuesto, que respaldaron y dieron leal apoyo a sus hombres en la tarea de liquidar a los terroristas y restablecer la democracia y los derechos de las personas.Si no tienen monumentos en las calles, los tienen en el corazón de los chilenos de bien.

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