lunes, 4 de junio de 2007

Albert Einstein contra el ateísmo arrogante

En nuestro Blog familiar ( De todo un poco...) publiqué una entrada sobre un razonamiento que se le atribuye a Albert Einstein para contestar la pregunta ¿Dios creó el mal?. Puede que sea una cita APOCRIFA , como me hizo ver Javier, pero cierta o no me llevó a curosear por la relación que tenía Einstein con Dios.
En una página sobre ciencia y fe encontré un artículo bastante serio al respecto.
A continuación un extracto con las mejores frases. Si quieren leer el artículo completo ( que está muy bueno e interesante) pinchen aquí.

Albert Einstein contra el ateísmo arrogante

"...Y es que Einstein era deísta. Creía en un Dios que daba orden y armonía al Universo. Siempre rechazó ser ateo, incluso rechazó ser panteísta. Dios no estaba en el Universo, sino detrás del Universo. Sin embargo nunca aceptó que fuese un Ser Personal. Y mucho menos que interviniese alterando las leyes naturales. Einstein no creía que Dios tuviese libre voluntad, pero es que tampoco creía que los hombres la tuviesen.

En EEUU se acaba de publicar una nueva biografía de Einstein a cargo de Walter Isaacson, que además ha publicado algunas líneas en TIME sobre la fe de Einstein.

«A lo largo de su vida, Einstein fue constante al rechazar la acusación de ser ateo. 'Hay gente que dice que no hay Dios, pero lo que realmente me enfada es que me citan para apoyar su punto de vista', dijo a un amigo.

Otra de las cosas que distinguen a Einstein de los ateos modernos y groseros es que reconoce los logros históricos de la Iglesia, especialmente los que vivió en carne propia. Así, el 23 de diciembre de 1940 declaraba en la revista TIME sobre la facilidad con que Alemania adoptó la cultura nazi:

"Cuando tuvo lugar la revolución en Alemania, miré con confianza a las universidades, pues sabía que siempre se habían enorgullecido de su devoción por la causa de la verdad. Pero las universidades fueron amordazadas. Entonces confié en los grandes editores de los diarios que proclamaban su amor por la libertad. Pero, al igual que las universidades, también ellos tuvieron que callar, sofocados en pocas semanas. Sólo la Iglesia permaneció firme, en pie, para cerrar el camino a las campañas de Hitler que pretendían suprimir la verdad. Antes nunca había experimentado un interés particular por la Iglesia, pero ahora siento por ella un gran afecto y admiración, porque la Iglesia fue la única que tuvo la valentía y la constancia para defender la verdad intelectual de la libertad moral."

En 1929, en una cena en Berlín, teniendo casi 50 años, Einstein ya empezaba a establecerse en su postura deísta y se negó a comparar la religión con la superstición astrológica. «No puede ser, ¿no será usted religioso?», le preguntaron. Y él respondió:

«Intente penetrar con nuestros medios limitados en los secretos de la naturaleza y encontrará que más allá de todas las leyes discernibles y sus conexiones, permanece algo sutil, intangible, inexplicable. Venerar esta fuerza que está más allá de todo lo que podemos comprender es mi religión. En ese sentido soy, de hecho, religioso.»

— ¿Cree usted en Dios?

— No soy un ateo. No creo que pueda llamarme panteísta. El problema implicado es demasiado vasto para nuestras mentes limitadas. Estamos en la posición de un niño pequeño entrando en una gran biblioteca llena de libros en muchos idiomas. El niño sabe que alguien debe haber escrito esos libros. No sabe cómo. No entiende los idiomas en que están escritos. El niño tenuemente sospecha que hay un orden misterioso en la ordenación de los libros pero no sabe cuál será. Esta es, me parece, la actitud de incluso el humano más inteligente hacia Dios. Vemos el universo maravillosamente ordenado y obedeciendo ciertas leyes, pero sólo tenuemente entendemos estas leyes.



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